Duendes del conurbano -MONA-


De chiquilin te miraba de abajo
en esas ramas que nunca se alcanzan,
subido al árbol
haciendo ruido,
gritando como Tarzan.
-Ma que Tarzan-
decian los muchachos
-Si vos sos la Mona.-

Bumbumbum, a mover el Bum bum bum.

Nadie es profeta en su tierra, salvo la Mona. Profeta del movimiento, el baile y todo lo que pueda suceder en una noche de cuarteto.
Más allá de Córdoba, donde regala canciones, taxis y alegrias; la Mona se expande por el conurbano bonaerense, donde el vino se toma con soda, el fernet con cola y la cerveza tibia.
Las orejas se hacen puntiagudas y las caderas se sacuden cuando el duende simio festeja: -¡Bien ahí!
Te palpan al entrar y nosotros palpamos para conocer. Mirarte es enamorarse por siempre; esta noche vos y yo somos el paraíso, y mañana, resaca de por medio, no te conozco.
Pero me enamoré como se enamora el mar de la orilla, y por la noche se la come.
Tengo los zapatos gastados de acariciarte al ritmo de la música, y te pido por favor que nos sentemos dos minutos para acostarnos después.

Puedo estar un poco en curda pero yo no soy ningún fiambre, y aunque la veas un poco mortadela, acariciala y vas a ver que salchichón. ¡Qué se pudran los salames, esta noche canta la Mona y nosotros la pasamos Jamón!

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