Sr. Andréu... - de Pola Oyarzábal
Buenos Aires suena y yo detracto, buenos aires habla y yo lo callo, buenos aires oye Buenos aires fructifica su existencia expulsiva. Buenos Aires cede.
Muero o mato en buenos aires.
Y mientras tanto voy de sitio en sitio, de evento en eventillo. Una copita de vino por acá y otra por allá. Por fatalidad bendita encontré la botella de los borrachos sin clase.
La lluvia desatada ayer por la tarde, me recordó que un vaso de whiky solo sirve para sospechar el crecimiento de los lagos. El whisky es duro, como la ginebra o la grapa. Traguitos pequeños llenos de avaricia.
Naciste para tomar en copa – me dijeron- pero la vida mía siempre en liquidación me hace preferir bebérmela en un vaso (de vidrio y con lunares).
Le hablaba antes amigo Andréu, de la ginebra, un brebaje que esta hecho para resistir, y me traje una botella de ginebra a la casa, pero se me resiste. La verdad es que no he podido beber, ni ayer ni hoy. Me tomaría un trago antes de salir a buscar el sol en bicicleta. Iré por la vereda, prefiero lastimar peatones y no ser víctima del paso de los toros, los genios al volante. Todo lo que hice, beber distinto y en circunstancias diversas, lo hice para poder pensar y pensando, usted sabrá, que se llega a recónditos lugares. Y caí por supuesto, como es digno de mí, y de mi signo, en un círculo cerrado. Es como ser de acuario con ascendente en acuario, o ser de piscis y ser pequeña. Señor Andréu, le escribo, después de tantas noches bebidas con impulsiva necesidad, para invitarlo a tomar el té y le pido discreción. La indignidad es mi insignia, la pureza una ambición. Debemos usted y yo deliberar acerca de las hierbas y sus pasadizos, debemos, usted y yo, evitarle a buenos aires, un nuevo incendio, evitar la muerte y la falta de palabra. Deberá traer usted una ramita de canela o menta fresca, y también naranjos, jazmines y algunos clavitos de olor.
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