ahora es cuando
Justo cuando iba a apagar el pucho sobre la hierba
vi en mi mano, caminando, una pequeña vaquita de san antonio,
un escarabajo mariposa armado de colores en sus alas,
cuatro lunares con fondo naranja
y unas patitas bien poderosas.
En mi mano, un guerrillero,
un militante de la alegría rebelde,
caminando, contagiando, bautizando,
mostrándome que aún siendo fuerte,
se puede volar.
Y acá empieza el poema que acá iba a terminar:
porque los vi ahí, tan lindos y tan libres
que no quise ser menos y escribir algo que me hiciera volar,
como la vaquita, como yo sentado arriba de la vaquita y en tu pollera,
porque sé que van a venir los días de verano cuando seamos pasto al viento, y silbando, hagamos una cancioncita que te haga sentir así,
como la siesta al sol, como el sol durmiendo la siesta,
como ese corazón a punto de estallar,
y en ese momento no vamos a escribir ningún poema,
porque vamos a estar exprimiendo la vida hasta la última gota,
esparciendo las semillas que crecen de ese agujerito que tenes en el cachete cuando sonreís, como ahora, como siempre, como si en el fondo supieses que en el fondo somos sólo dos vaquitas de san antonio paseando por un jardín abierto.
Y acá termina el poema que acá no tenía que llegar:
una sonrisa es un acto de rebeldía,
dos sonrisas son un ejercito.
Sin amor no hay revolución.
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