basado en hechos reales
Un elefante es en la selva,
un elefante es en manada,
viajar, correr, comer,
hacer temblar.
Un elefante era Dalia,
ya con nombre viajando
de la India a la Argentina,
de la selva al templo hindú,
entre los barrotes.
Un elefante ya sin río,
sin amigos,
un elefante sin libertad.
Fue en mayo del ´43,
una mañana de calor.
Dalia estaba inquieto
y encadenado con grillete,
el cuidador trataba de calmarlo,
hablándole,
pero no hubo caso,
cadena rota,
corridas dentro del corral
y la trompa,
orquesta de elefante,
en plena rebeldía.
Entonces llegó la torta,
hecha con cereales
y seiscientos
gramos
de bromuro.
Mientras tanto, el zoológico
era evacuado y clausurado.
La policía estaba en camino.
Diez uniformados montaron guardia
paraditos con sus carabinas Máuser en mano.
Esperaron y esperaron
con sed,
pero Dalia ya se había calmado.
Fue al día siguiente,
justo al mediodía
cuando Dalia volvió a encender la mecha
y desplomo sus toneladas
contra los barrotes
en busca de libertad.
Una y otra vez,
entre barritos, quejas y rugidos
golpeó su cuerpo contra la prisión.
Prohibido entrar al zoológico, dijeron,
traigan de nuevo a la policia, dijeron,
denle otra torta de bromuro, dijeron,
pero nada de esto funcionó.
Dalia estaba rompiendo los barrotes,
y entonces, Dago Holmberg,
director del zoológico,
ordenó fuego.
El primer disparo le dió en la frente,
y Dalia siguió
sacando medio cuerpo afuera de la jaula.
Fuego,
y durante una hora
las balas fueron comiendo
su piel,
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