la letra dura
En algún momento que no recuerdo, que puede haber sido entre el 98 y el 2001, decidimos, con mis compañeros, hacer un taller literario nuestro. Compartíamos textos, nos dábamos consignas, nos poníamos de acuerdo para leer un cuento y, ya entonces, nos emborrachábamos. Puedo acordarme el lugar físico de las reuniones, algunas charlas, unos poemas que le escribimos a una pava y alguna otra cosa, pero no puedo situarlo en el tiempo.
Un día, cercano a estos, decidimos juntar varios de esos textos y hacer una revista que sea independiente en cada hoja, y así nació Postal, que tuvo 4 números, incluyendo uno donde Postal se moría y prometía no aparecer más. Cumplió. Le hicimos un funeral en Los Patios de San Telmo (2003 o 2004) y nunca más la vimos. De este funeral nació el germen de lo que luego sería El Hombre de la Bolsa, pero eso es otra historia.
En el verano del 2004, aprovechando el tiempo en Bs As, me anote en un curso de poesía en el CC Rojas que daban Walter Cassara y Osvaldo Bossi. En el taller aprendí muchísimo, y tan entusiasmado estaba que le regale el último ejemplar de Postal a Osvaldo, pero como el es un tipo serió que anda corriendo al correcaminos, le dio Postal, que era un fanzine, a Javito de Poesía Urbana. Supongo yo que Javito lo leyó o algo así, pero lo que seguro hizo fue anotar el mail y agregarlo a los contactos de PU. Entonces, un día de 2005, recibo un mail de PU donde decía: Edita tu libro, 50 ejemplares por $100. Yo había editado tiempo antes en una antología que hicimos en el gran taller de Cristina Orsi, pero ahora tenía un poemario medio cursi y tenía ganas de editarlo; llame al 4730-2159 y el hola resacoso que me atendió del otro lado era el de Pablo Struchi. Quedamos encontrarnos en Ala bar tola un miércoles y ahí también lo conocí a Funes (que ahora tiene una editorial muy linda). Struchi, con más voluntad que medios, me armo los primeros 50 ejemplares de Ceci no es una pipa que presente en el 1er festival de El Hombre de la Bolsa, tenían una tapa naranja pintada a mano, el libro de Martín Althaparro en el anverso, y un par largos de errores, empezando por su título: Ceci no es un pipa.
Eso fue a fines del 2005, hace no tanto ni tan poco. A partir de entonces empecé a batallar este lado de la literatura y conocí muchísima gente, salió Pipí Cucú, salieron los Duendes, apareció el Pachamama, nacieron muchos muchos amigos; muchos que andan en la misma, es una linda y larga lista, inabarcable, irrepetible, increíble.
Mañana se hace la 9na FLIA, yo la conozco desde la 3era y participo más activamente desde la 7ma. Tuve el gustazo de conocer en este proceso a un montón que andan en la misma, un montón que tienen una historia como esta (o incluso más interesante) y así la vivo, como nuestro lugar de encuentro, como nuestra fiesta, la de todos nosotros, la de todos los que alguna vez tuvimos en la mano algo escrito en un papel y decidimos convertirlo, aunque sea, en un manojo de fotocopias.
La FLIA es un gran colectivo, y como tal es muchas cosas; para mí es esta fuerza y esta unión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario